El célebre filósofo de la escuela cínica, y discípulo de Antístenes, durante toda su vida se rebeló contra los valores de la sociedad, que él consideraba corrupta. Por eso nunca tuvo posesión alguna y solía mendigar en la calle. Cuentan que para mendigar usaba la fórmula: «Si ya has dado a alguien, dame también a mí; si no, empieza conmigo.»
En una ocasión alguien le encontró pidiendo limosna a una estatua. Preguntándole por qué lo hacía, contestó: «Me ejercito en fracasar.»
Otra persona le preguntó por qué la gente da dinero a los mendigos y no a los filósofos. Su respuesta fue: «Porque piensan que, algún día, pueden llegar a ser inválidos o ciegos, pero filósofos, jamás.»